Perdidos y encontrados: 145.000 etíopes retornan desde Arabia Saudí

Zeyneba es una joven que pertenece a las más de 145.000 personas etíopes que retornaron de manera forzosa desde Arabia Saudí, como parte de una gran deportación de trabajadores ilegales.

Durante varias semanas, los vuelos desde Ryad a Addis se sucedieron “cargando” a miles y miles de personas. El gobierno etíope apoyado por Organizaciones de Naciones Unidas y de la Sociedad Civil se volcó en dar una inicial asistencia a las personas que llegaban ofreciendo alimento, cobijo y algo de dinero para los primeros días.

Zeyneba, como la mayoría de mujeres o adolescentes, probablemente emigraría a Ryad para trabajar como asistenta y conseguir un salario comparativamente mayor a lo que podría obtener en Etiopía. En general, como otras muchas migraciones, a cambio de eternas jornadas de trabajo y en muchas ocasiones, condiciones vejatorias. A su vuelta, su rostro y su figura se perdían entre las túnicas negras y los Niqabs. Como todas las mujeres, se tuvieron que adaptar a las costumbres Sauditas.

Tuve la suerte de participar con mis compañeros del gobierno etíope en entregas de comida y agua realizados a su llegada. La entrega de alimentos siempre me ha perturbado en cierto modo, e intentaba que lo importante del momento fuera el recibimiento, el saludo y la bienvenida, manteniendo el agua y la comida como un elemento secundario de su llegada. Con las pocas palabras etíopes al alcance intentaba que las miradas se cruzasen de manera sincera. Era quizá el único momento que se me permiteía acercarme mínimamente al pensamiento individual de cada mujer etíope que regresaba. Ya que al marcharse, mi vista y mi mente se nublaban envueltas en una pesadilla de sombras negras. Aunque resulte una conclusión arriesgada, mis sentimientos me generaban el pensamiento y la visión de miles de mujeres encarceladas en unos vestidos, una moral y unos comportamientos que las despersonalizan. Es difícil augurar con seguridad mejores destinos en su vuelta a la Etiopía rural , donde los roles también en muchas ocasiones se tornan establecidos; pero al menos espero que para jóvenes como Zeyneba, su familia y su tierra le hayan devuelto la dignidad, que por desgracia para algunas de ellas, fue por momentos perdida.